AUTONOMÍA CIENTÍFICA NACIONAL
INS avanza en el desarrollo del primer anti-veneno contra picaduras de escorpión producido en Colombia
El equipo del INS ha logrado definir la caracterización bioquímica del veneno, incluyendo la identificación de proteínas y toxinas neuroactivas
En cuatro años de trabajo, el INS ha recolectado más de 2.500 escorpiones.
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Redacción. Bogotá
El Instituto Nacional de Salud (INS) avanza en un proyecto pionero que busca desarrollar el
primer antiveneno contra picaduras de escorpión elaborado en el país, una iniciativa que podría convertirse en un hito para la salud pública y la autonomía científica nacional.
Desde hace cuatro años, el
grupo de animales venenosos del INS, adscrito a la Dirección de Producción, trabaja en la
recolección y estudio de escorpiones presentes en diferentes regiones del territorio colombiano. En su más reciente jornada, realizada entre el 14 y el 16 de octubre en el municipio de Corrales (Boyacá), los expertos lograron recolectar 240 especímenes pertenecientes a diversas especies.
“Simultáneamente a la colecta avanzamos en el desarrollo del antiveneno, pero también en la identificación de las poblaciones y su distribución geográfica”, ha explicado
Darío Hernando Gutiérrez Galvis, aracnólogo del INS. “Hemos logrado caracterizar el veneno, definir su potencia y reconocer proteínas y compuestos químicos que nos permiten avanzar hacia un antídoto eficaz”.
Un reto científico con impacto sanitario
En cuatro años de trabajo, el INS ha recolectado
más de 2.500 escorpiones provenientes de departamentos como Huila, Cundinamarca, Tolima, Boyacá, Magdalena, La Guajira y Córdoba. Los estudios se han centrado principalmente en las especies
Tityus pachyurus y
Centruroides edwardsii, responsables del
35 y 29 por ciento de los casos de envenenamiento registrados en el país, respectivamente.
Ambas especies pertenecen a la familia
Buthidae, reconocida mundialmente por su alta toxicidad y su resistencia a los cambios ambientales. Estas características hacen urgente el desarrollo de un antiveneno nacional, dado que su picadura puede ser
letal en niños, adultos mayores o en casos de exposición repetida.
El equipo del INS ha logrado definir
la caracterización bioquímica del veneno, incluyendo la identificación de proteínas y toxinas neuroactivas, un paso clave para la obtención del suero antiescorpiónico. El proyecto ya registra un avance del 85 por ciento en su desarrollo, y se espera que en el transcurso del próximo año pueda iniciarse la distribución del producto en hospitales del país.
Innovación y sostenibilidad científica
Además del objetivo sanitario, esta iniciativa busca reducir la dependencia de antivenenos importados y fortalecer las capacidades nacionales en biotecnología. Según Gutiérrez Galvis, el proceso de recolección también ha permitido avanzar en la
identificación de la periodicidad y potencia del veneno, información útil para el diagnóstico clínico y la atención de pacientes intoxicados.
“Conocer las variaciones del veneno según la época del año o el número de picaduras puede orientar la respuesta médica y mejorar los tiempos de recuperación”, explicó el experto.
Una labor de campo y educación comunitaria
El proyecto ha involucrado más de 20 jornadas de campo en distintas regiones del país, en las que se trabaja de manera conjunta con las comunidades locales. Los investigadores aprovechan cada visita para educar a la población rural sobre la prevención de accidentes y la conservación de los escorpiones, especies que, además de su valor científico, cumplen un papel esencial como
controladores biológicos de insectos.
“Una tonelada de escorpiones puede controlar hasta 20 toneladas de insectos al año. Más allá del riesgo, son organismos fundamentales para el equilibrio ambiental”, ha precisado
Carlos Antonio Castro Sandoval, zootecnista del equipo.
El fenómeno de
fluorescencia bajo luz ultravioleta, propio de estos arácnidos, también ha facilitado su recolección nocturna y el estudio de sus patrones de comportamiento.
Hacia un modelo de producción nacional
En el
aracnidario del INS, ubicado en la hacienda Galindo, los ejemplares recolectados son clasificados, cuidados y “ordeñados” bajo estándares técnicos que garantizan el bienestar animal y la calidad del veneno extraído. Con esta materia prima se realizan los estudios bioquímicos y las pruebas de neutralización necesarias para la formulación del antiveneno.
“Producir nuestro propio antiveneno no solo salvará vidas, sino que consolidará al país como un referente regional en investigación toxicológica y producción biológica”, ha destacado Gutiérrez Galvis.